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El Evangelio y la lectura de la Biblia

Toda la Biblia trata del Evangelio de Jesucristo, y cuando leemos la Biblia, vemos a Jesús a través de los ojos de la fe. 

Para entender la conexión un poco mejor, echemos un vistazo a una interesante historia en Lucas 24 donde Jesús enseña sobre la relación entre la lectura de la Biblia y el evangelio.

Justo después de su resurrección, Jesús camina por una carretera con dos de sus seguidores, pero éstos no reconocen quién es. Charlan sobre los acontecimientos de los últimos días en Jerusalén y le cuentan a Jesús la historia de su propia muerte y resurrección. En respuesta, Jesús explica que los acontecimientos de Jerusalén son los que escribieron los profetas del Antiguo Testamento. Entonces, "comenzando por Moisés y por todos los profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que de él decían" (Lucas 24:27). 

Cuando Jesús dice "Moisés y todos los Profetas", es otra forma de decir "todo el Antiguo Testamento". Jesús enseñó a sus seguidores que la Biblia trata de él. Eso es asombroso. Ellos escucharon el evangelio según la Biblia de primera mano de Jesús, pero-todavía no lo entendieron...

... Hasta que estaban cenando, cuando Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio (igual que en la Cena del Señor). Cuando comieron el pan, se les abrieron los ojos, pero en cuanto lo reconocieron, "¡puf!", desapareció. 

Lo cual es bastante extraño. ¿Por qué Jesús desaparecería en el momento en que lo reconocieron? ¿Es un extraño juego de resurrección? ¿Como el escondite y cuando lo encuentras, se acabó el juego?

No. No era un juego. Jesús no se escondía. Al contrario, acababa de enseñarles dónde buscarlo y encontrarlo: en la Biblia. En cuanto desaparece de su vista física, lo ven a través de los ojos de la fe en las Escrituras.

Inmediatamente recuerdan cómo la narración de su evangelio a partir de la Biblia hizo que sus corazones "ardieran en [ellos]" (Lucas 24:32). Cuando ven a Jesús en la Biblia, sienten arder en su interior el fuego de la presencia de Dios.

Se nos hace la misma invitación cuando leemos la Biblia: ver a Jesús y sentir que la presencia de Dios arde en nuestro interior. La lectura de la Biblia puede parecer un acto mundano, pero por muy normal que parezca, es una práctica sagrada que nos permite estar en la presencia de Dios en Cristo. 

Por eso, cuando leemos la Biblia con los ojos de la fe, crecemos en el conocimiento, el amor y la obediencia a Dios, al comprender que toda la Biblia se cumple en el Evangelio de Jesucristo. La lectura de la Biblia centrada en el Evangelio alimenta nuestra adoración, hace que el amor de Dios en Cristo arda dentro de nosotros, y se desborda de nosotros cuando proclamamos a Cristo y guiamos a otros a hacer lo mismo.